La empresa Agrosevilla, cuya filial en la Puebla de Cazalla se encuentra en el Polígono Corbones de nuestra localidad ha reconocido el despido improcedente a un trabajador en el acto de conciliación efectuado el 20 de Diciembre de 2007.
La empresa, en vista del arbitrario despido injustificado del trabajador por parte del Gerente, y temiéndose más sanciones no ha querido ir a juicio al querer llegar a un acuerdo con el trabajador despedido.
La historia del despido es tan absurda como cotidiana en muchos tajos y empresas de la Puebla, la comarca y Andalucía. El trabajador, después de adaptarse en un tiempo record, solía meter botellas para que fueran a la envasadora junto a otro compañero, botellas que montaban pallets de aceite envasado por valor de 80.000 euros todos los días, sí, bastantes millones AL DÍA. Trabajaba normalmente, sin dar quejas y sin problemas con los demás compañeros ni con el trabajo. Es más, un mes después de entrar ya estaba este trabajador enseñando a manejar las maquinas que él utilizaba a otros dos compañeros recién incorporados.
Pero como ocurre normalmente, siempre hay trabajando algún allegado familiar de la dirección de la empresa que le gusta manotear mucho, trabajar poco y mandar mucho. Y cuando a esto, se le une la mala leche, forman un cóctel inaguantable e impertinente.
El caso es que, tras soportar bastantes desplantes del encargado (otro que tanto monta), al allegado familiar pues no se le ocurren otras cosas conocidas popularmente como joder la marrana, con comentarios fuera de lugar y azuzando al más agobiado mientras el que tanto habla se rasca no sabemos que cosas…
Si a esto le unimos que ese trabajador está afiliado a nuestro sindicato, es lógico que el aceite no quiera ir de claro con el agua, por lo que la mezcla es difícil. Y como en esta “democracia” que le permite todo a los ricos y poderosos, estar afiliado a un sindicato y no aguantar los desplantes ni posturas fuera de lugar no está bien visto para los indignos no se podía esperar otra cosa que no fuera un despido injustificado e improcedente. Y como es normal en estos casos, sin comunicarlo al despedido, que se tiene que enterar por otros trabajadores de la empresa días más tarde.
Además negándose el gerente a dar explicaciones lógicas sobre el despido. Ni una argumentación, sólo excusas y queriendo desviar la atención diciendo que el despido se había decidido en Sevilla, cuando sabe que el personal no es tonto y que los informes en la Puebla los hace quien los hace. Con muy malas formas además para decir eso.
En el acto de conciliación la empresa reconoció su despido improcedente e injustificado, siendo la cantidad a pagar de 1.200 euros y teniendo el trabajador que poner otra demanda por impago de dos días de agosto y otros tantos de noviembre.
El trabajador y afiliado al sindicato reconoce que la cantidad es corta, ya que su estancia de varios meses en la empresa no daba para mucho más. Pero ese es un problema añadido al que se enfrenta un joven trabajador andaluz frente al despido, ya que para que entres a trabajar en una empresa, te hacen firmar contratos-basura, sin derechos y de muy corta duración, expuestos a la voluntad de cualquier trepa camuflado de buen empresario. Creemos que el Gobierno del Estado, de Andalucía y de la localidad, si se dicen de izquierdas, deberían de decir algo en esto, ya que deberían prohibir esos contratos de esclavitud moderna camuflados de nuevos empleos, trabajo temporal o “contratos de prueba”.
Lo cierto y verdad es que cualquier trabajador y especialmente cualquier joven andaluz está expuesto a que le den una patada en el culo de forma injustificada, con todo lo que ello conlleva. Estamos expuestos a precariedad, sin derechos, sin finiquitos, ni vacaciones, ni siquiera hablar, ni nada. Estamos en pelotas y así les interesa tenernos. La pregunta es si a nosotros nos interesa seguir en esta situación de abuso, inseguridad e incertidumbre ante el presente y el futuro.
Con toda la razón del mundo el trabajador despedido afirma: “por una parte estoy contento porque han reconocido la cochinada pero por otra triste porque 1.200 euros es lo que vale despedir a una persona hoy.”
Y es precisamente eso, lo barato que le sale el abuso al explotador de turno con la bendición de todos los poderes e instituciones y personas que callan ante este salvaje panorama de abusos y falta de derechos. Y aún así, habrá desalmados que digan que esos trabajadores despedidos no trabajan.
Sigue afirmando el trabajador despedido: “a mi los 1.200 euros me dan igual, ha sido una victoria moral que se reconociese mi dignidad y la indignidad que se ha cometido”.
Y es precisamente eso, que a pesar de todo, aún hay gente que cree que denunciar no sirve para nada, que nunca se ganará nada. Y la verdad es que suele ganarse poco con esas leyes de hoy, pero al menos queda la satisfacción de ver al abusador reconocer su inmoralidad ante los jueces, que más que dinero, como decía el trabajador, es la dignidad lo que se gana y reparar al menos esa injusticia moralmente.
Esta ha sido la historia de una persona en concreto, pero es pan de todos los días en la Puebla que pasen estas cosas. Es la historia de un sueño, y de un pisotón. Pero sobre todo una historia que nos muestra una pequeña pero importante victoria de un obrero sin más armas que la razón, frente a una poderosa empresa que factura miles de millones todos los días, con lujosos abogados. Una empresa que además es la primera exportadora de aceite en el mundo y a la cual la Junta de Andalucía, encima, la premia con 3,5 millones de euros “para crear empleo”. No sabemos que empleos, lo que sí sabemos es que echan trabajadores a la calle por la cara. Es una historia que nos muestra y enseña el enorme poder que tenemos los obreros si decidiéramos todos juntos utilizarlo. Temblarían los cimientos de esta sociedad fundada en el abuso y la mentira.
Los que tanto presumen por estos lares de la impecabilidad del sistema capitalista, de que aquí y ahora se dan la mano la moral y la economía, deberían explicar que dirán ante esto. Porque como vemos, la moral gana, pero la economía arrodilla y sigue quebrantando derechos, leyes y morales. Sigue pisando personas y dignidades.
Lo que también queremos señalar es la cantidad de proyectos que estrangulan los que abusan del trabajador con esos despidos. Porque un trabajador tiene su vida, tiene sus proyectos, su futuro, todo eso que forma con los frutos de su trabajo. Y esos proyectos de vida, ese derecho a vivir, son asesinados cada vez que se comete un despido improcedente o un abuso contra el trabajador. Porque ante todo un trabajador y más si es joven, sólo tiene su trabajo y si este trabajo es negado por cualquier soplagaitas y ejecutado por cualquier indecente, están tocando el derecho a vivir y existir de las personas. Y aún hoy sale por la televisión cualquier loro diciendo que hoy se respetan los derechos humanos y que este estado es un estado de bienestar. Si, ya lo vemos, loritos. Y sobre todo, de bienestar. Pregúntenselo a más de uno, de dos y de tres que no cobran los astronómicos sueldos por mentir públicamente y que sufren en sus carnes la ira de la sinrazón.
Como decíamos, despedir un trabajador hoy cuesta 1.200 euros. Quizá mañana, con la unión y la organización de los trabajadores, les salga más caro. Que así sea y para ello trabajamos en el SAT.
CONTRA LOS ABUSOS, DENUNCIA Y ORGANIZACIÓN OBRERA.
¡ NO TE CALLES !
Welsh Cakes
Hace 1 año
No hay comentarios:
Publicar un comentario